TEMA III: DEBILIDADES Y FORTALEZAS DE LA REVOLUCIÓN
MEXICANA EN TU LOCALIDAD.
En estos días, estamos celebrando en toda la geografía nacional; El Bicentenario de la Independencia de México de 1810 y el Centenario de La Revolución Mexicana de 1910.
Estos dos acontecimiento celebrados con una centuria de distancia, mismos que ya no queremos que se repitan en nuestros tiempos, porque las experiencias que nos narraron los protagonistas en sus últimos días de su vida, siempre fueron de dolor y dijeron: “ojalà y no volvamos a sufrir una rebelión, porque muere mucha gente inocente y sobre todo sufren mucho los niños que quedan huérfanos o abandonados, así como nosotros sufrimos en 1910, al iniciarse la Revolución Mexicana”.
Es una gran verdad que a principio del siglo XX, el “porfiriato” ya estaba envejeciendo, sobre todo los grandes hacendados mexicanos y extranjeros, que se habían convertido en unos auténticos explotadores de los pobres, robando tierras al ojo complaciente de un gobierno maduro y comprometido con los capitales nacionales y trasnacionales. Mismos que dieron motivos suficientes para que mexicanos que sufrieron las injusticias, dieran sus testimonios antes y después de la revuelta nacional.
DON VICENTE JERÓNIMO HERNÁNDEZ
(1897- 1995)
Nos comenta don Vicente Jerónimo Hernández, quien nació en 1897 en la Joya de Palos Blancos, Jurisdicción de Bustamante, que sus padres fueron: Jesús Jerónimo Becerra y doña Estéfana Hernández Barrón. Mi padre trabajaba como pastor, siendo los administradores de la hacienda de los Castaños, Cecilio Sánchez y Damián Limón. Para 1910, yo tenía 13 años y ya me daba cuenta de las injusticias de los capataces y administradores, la gente trabajaba mucho en los ranchos y haciendas; tallando ixtle, cuidando el ganado, como las vacas, sacando tierra de los estanques, bueno todo el trabajo de una casa grande, por un sueldo que no alcanzaba para la gorda, pero ya se escuchaban voces de la peonada que decían,… “mucha gente está inconforme con los patrones” y un profesor lucha por los derechos de los peones. No tardó mucho tiempo cuando empezaron a escapar los trabajadores y decían que ya se habían levantado en armas con Alberto Carrera Torres, en la sierra de Marcela, muy cerca de Miquihuana. Para cuando nos dimos cuenta que los levantados luchaban por alcanzar la libertad de las haciendas, los administradores abandonaron el lugar, otros se agregaban al grupo del profesor, convencidos que también eran explotados, solamente los más cercanos se fueron a informar a ciudad Tula y ya no regresaron.
La gente de la “Joya” de Palos Blancos, se remontó en lo alto de las sierras, unos en la “Mesa de los altos”, otros en el “Astillero”, en la “Laguna”, “Santa Lucía”, en el “Pinal” o en el “Cerro alto del pueblo”, que le llaman de las “Brujas”, en los años de 1910 a 1913. ¿qué recuerdos?,… ahí comíamos, sotol, miel de maguey, papas del monte, nopalitos, chochas de sotol y otros alimentos del monte, lo mismo hicieron los pobladores de Bustamante, El Gavilán, Santa Efigenia y los pueblos cercanos.
Durante los primeros años de la Revolución, se dieron de alta con el general Alberto Carrera Torres: Leonides Pérez, Crescencio Pérez, Gregorio Jerónimo, Martín Jerónimo y muchos más, ya cuando estaba en marcha la pelotera, no sabíamos de quien defendernos, si de los carreristas, villistas o federales, pero bueno de lo alto mirábamos como hacían las polvaredas por las veredas, carriles y caminos reales.
En el rincón de la “Tinaja” se realizó una reunión con algunas gentes, para irse a dar de alta en la “Marcela” con el general Carrera Torres, la realizó Ricardo Barrón Pérez, (quien con el tiempo llegó a ser capitán); nos fuimos con él cuatro personas: Pedro Pérez Grimaldo, Macedonio Castillo, Sebastián Castillo y un servidor Vicente Jerónimo Hernández. Después de presentarnos con el general Carrera, nos mandaron a cuidar los caballos a un lugar llamado “El Milagro”, ahí estuvimos tres días y en eso llegó el capitán segundo Tiburcio Carrizales a pedirle una comisión al general.
Las cosas siguieron difíciles en las altas montañas de Bustamante, una ocasión se reunieron a conferenciar o a platicar los rebeldes y los del gobierno, en el punto llamado la “Joya Verde”, se dieron un abrazo los generales, dijeron después que era el abrazo de la paz; acamparon por una noche en el mismo lugar, muy cerca de un estanque, para el Sur, los carreristas y para el Norte, los del gobierno, entre los alzados se decía que ya se iba a terminar la guerra, pero después de unos meses volvió a prenderse la mecha.
DON IGNACIO MARTÌNEZ CASTILLO
(1888-1961)
Don Julián Martínez Bernal, contaba que su padre, Ignacio Martínez Castillo, siempre le dijo, que era muy dura la revuelta, porque se llevaban a gente trabajadora a tomar las armas, no importaba que fueran personas de paz, pus el gobierno los levantaba sin consentimiento y se los llevaba amarrados, mancornados de los brazos, eso era de leva. “La leva consistía en juntar gente del pueblo que andaba trabajando la tierra, los llevaban a la cárcel municipal de las Villa o ciudades, tal y como sucedió en Bustamante cuando se llevaron a varios y de ahí los mandaron como prisioneros a ciudad Tula, después los trasladaron a ciudad Victoria por tierra, de Victoria a Monterrey por tren, derecho a la penitenciaria y de ahí los sacaron uniformados al servicio del gobierno, a cargo del subteniente Jorge Martínez”.
Nosotros, (Eugenio Vargas Barrón, Cipriano Martínez e Ignacio Martínez Castillo), andábamos sembrando la tierra en el lugar llamado “Los Jacales”, muy cerca del Gavilán, de allí nos llevaron de leva y Guillermo Contreras se vino caminando al rancho, con los aperos cargados (coyundas).
Estando en Monterrey, N. L. en tiempos de la Revolución, presentamos resistencia tres días y sus noches cuando bombardearon el Cerro de la Silla. De Monterrey, nos fuimos a Saltillo, pero nos escapamos caminando por los diferentes cerros, llegamos a Bustamante, pero antes, en San Antonio Piedra Nevada, N. L. nos dimos de alta con el profesor Alberto Carrera Torres, quien nos invitó una buena comida y de pocos días marchamos a tomar la ciudad de Tula, Tamaulipas, un 21 de mayo de 1911, muriendo en la refriega, Severo Martínez. Después de la primera parte de la Revolución, me quedé a cuidar a mi familia en los escondites de las sierras del pueblo.
ROMÁN BERNAL COVARRUBIAS.
(1899-1994)
Otro soldado del “Ejercito Libertador de Tamaulipas”, al mando del profesor Alberto Carrera Torres, fue el señor Román Bernal Covarrubias, quien se dio de alta con el capitán primero Pedro Navarro, en Jaimes, Jurisdicción de Tula, Tamaulipas, el 19 de mayo de 1911 y que 2 días después participaría en la toma de Tula (21 de mayo 1911), aseguró que mucha gente de Bustamante se agregó a la lucha armada encabezada por el joven militar Revolucionario, Carrera Torres, entre ellos: Maximino Bernal Covarrubias, Pedro Reyna Vázquez, Cruz Reyna, José Serna, Pedro Reyna, Guillermo Contreras, Pedro Contreras (hijo de Antonio Contreras), Agustín Martínez Barrón, Emilio Bernal Covarrubias, Santiago Hernández, Cleofás Hernández, Feliciano Reyna, Tiburcio Sustaita y Amado de León. Todos ellos de la Congregación y hacienda “El Gavilán, ahora Ejido Gral. Felipe Ángeles).
Del Rancho “El Aguacate”, Ángel Carrera Torres, Candelario Carrera Torres, Eutiquio Carrera Torres, Antonio Carrera Torres, Donaciano Ávila, Máximo Quintero Covarrubias, Felipe Quintero Covarrubias, Porfirio Urbina, Ovidio Becerra Torres, Marcos Becerra Torres, (primos del general Carrera), pues le comento que don Candelario Carrera Muñoz, padre de los Carrera, tenia trato con doña Juana Torres y su hermana Petra Torres.
2Existe una fotografía de don Eugenio con carrillera y fusil, en la familia del Gavilán.
De San Miguel de Waldo: Feliciano Nava, Guillermo Becerra y Carlos Domínguez y de la Joya de “Palos Blancos”: Se levantaron en armas con mi general Carrera; Manuel Alemán, Vicente Alemán, Miguel Martínez, Fernando Martínez y Leoncio Martínez.
De la Villa de Bustamante, se metieron a la bola: Enrique Báez, Antonio Torres, Othòn Castillo Álvarez y sus hijos Othòn y Malaquías Castillo Badillo, Vidal Castillo, Bernardino Alvarado, Celedonio Rodríguez, Donato Tejada Eguía, Hermilo Trejo, Pedro Trejo, Inés Tejada, Flumencio Rivas, Wlfrano Torres y su hijo Cipriano Torres.
DON TORIBIO TEJADA RUIZ
(1906- 1999)
Tiempos de la Revolución en Bustamante. Iniciada la Revolución Mexicana de 1910, se dieron varios enfrentamientos entre federales y revolucionarios en los distintos puntos geográficos del territorio nacional, sin escapar a ello la Villa de Bustamante, Tamaulipas, lugar donde se levantaron varios campesinos en armas, por diversas causas, entre ellas, las injusticias sufridas por parte de los malos hacendados y apoyaron sin temor alguno al profesor Alberto Carrera Torres.
Cierta ocasión, los guardias informaron que por el camino real procedente de ciudad Tula, venían unos federales, entonces la gente se salio del pueblo, para esconderse en los arroyos, las cañadas cercanas; de igual manera, unos ciudadanos carreristas que seguían la revoluciona se apostaron en los siguientes puntos:
Desde el Cerro de San Miguel, vigilaba Juan Rodríguez Gatica y 10 hombres más; mientras que en el Cerro Borrado, se encontraban: Saleto Aguilar, Rómulo Eguìa, Guadalupe Castro, Donato Tejada Eguía y otros. Del cerro Borrado, se vino Rómulo Eguía, haciendo fuego a los federales que se encontraban en la Villa de Bustamante, siguieron a Rómulo sus compañeros de armas y se posesionaron en la cerca de piedra del Panteón municipal y desde ese lugar sostuvieron un breve tiroteo con los federales, quienes se resguardaban en la cerca de piedra del solar de Miguel Salas, que ahora es de Fidencio Llamas González.
Entrevista con el Sr. Román Bernal Covarrubias, el 30 de abril de 1991, en ciudad Victoria, Tamaulipas, México, por el cronista.
Tal vez los federales se dieron cuenta que estaban en peligro y decidieron retirarse rumbo a la Joya de Herrera y Las Antonias, por el rumbo donde el sol se mete, pues sabían que tenían pocos hombres y podrían ser derrotados sin ningún problema. Pero cabe destacar que en el Cerro de la Santa Cruz, se encontraban varios revolucionarios y en la cuesta de San Isidro, rumbo a la Joya de Palos Blancos, el Gral. Alberto Carrera Torres y sus fuerzas cercanas, observaba la llegada de los federales por el valle de Calabacillas, San Miguel de Waldo y la Hacienda el “Gavilán”, sin hacer disparo alguno, pues sus soldados ya los habían echado en corrida.
Por esos tiempos existía el escuadrón Morelos, a cargo del coronel Leonides Pérez quienes seguían las órdenes del Gral. Alberto Carrera Torres ; entre ellos destacaban Ponciano Compéan y Bernabé Rodríguez Gatica. Existía también otro grupo llamado “Los charros” a favor del gobierno, dirigidos por: Juan Manuel Orozco, Vicente, Timoteo y Fructuoso Alemán. Pero de poco tiempo se agregaron al carrerismo.
Varios maestros apoyaron la Revolución, a las órdenes del profesor Alberto Carrera Torres, como Tomás Catache, originario de Felipe Ángeles, Augusto Montes de origen cubano, Mauricio López Rivas, (corneta y tambor) del estado mayor del general, llego a coronel. Antonio García, de Doctor Arroyo y Felipe Rangel de Bustamante.
MARTÍN CORREA PÈREZ.
(1897-1987)
En 1980, (entre los meses de Abril, Mayo y Junio) un servidor estaba preparando mis trabajos de recepción profesional en la Villa de Bustamante, Tamaulipas, con el tema: “Teorías contemporáneas del aprendizaje”, para poder titularme como profesor de educación primaria, siendo alumno de la Normal Rural “Maestro Lauro Aguirre”, del Ejido San José de Las Flores, Municipio de Gûemez, Tamaulipas. En los tiempos libres, me gustaba dialogar con las personas de más edad. Don Alberto Carrera Torres, llegó a la presidencia municipal en los primeros días de mayo de 1911, agarrò presos a don Adelaido Guerra, encargado de la oficina de hacienda, a Praxedis Navarro, comerciante importante del pueblo, quien tenia su tienda en la casa de la esquina donde ahora vive el Sr. Guillermo Rodríguez Ríos, a Liborio Reyes, encargado de la oficina de correos y a Leandro Correa Castillo, (mi padre) pero la profesora Socorro, habló por ellos y los soltó.
Después de soltarlos; los soldados del profesor Carrera Torres, quemaron las tiendas que tenia el pueblo, por ser enemigos de los revolucionarios y (entre ellas se fue la del señor Praxedis Navarro) y después se marcharon para la sierra de Valle Hermoso, Jurisdicción de Miquihuana, donde decían que tenían el “Cuartel General”, otros platicaban que en las montañas de Marcela, muy cerca de Nuevo León. Las señas quedaron, pues las vigas se veían quemadas varios años después, como muestra permanente de las huellas de los revolucionarios.
5Estos datos los dio un testigo presidencial. Sr. Toribio Tejada, entrevistado el año de 1989.
Pero las cosas no paraban ahí, después de unos meses, se dio un enfrentamiento entre carreristas y federales en la villa de Bustamante, perdiendo los últimos. En esa ocasión salieron los federales rumbo a la Joya de Herrera. Mientras que el profesor Carrera y su gente continuaron rumbo a Tula y tomaron la plaza. Los que llevaron la Bandera fueron Leandro Correa y Juan Verbrer (viejo), rumbo a Cerritos, S.L.P. Y Después a San Luis, retirándose de ahí por falta de refuerzos.
Don Martín estaba tan emocionado en la plática, que aproveché el momento para preguntarle de los maestros que conoció en su niñez y claro durante su juventud, respondiendo con una mirada sobre sus anteojos y la sonrisa como distintivo de un bonito recuerdo. – Mire “Lonche”: Los primeros maestros de la villa de Bustamante, en 1910, fueron; Tomás Catache, del Gavilán, ahora Ejido Felipe Ángeles, Augusto Montes, de origen cubano, Antonio García, en 1911, de Doctor Arroyo, N. L., don Felipe Rangel, en los años de 1913 y 1914, de Bustamante y vivía en el solar que es ahora de Juan Rangel Silva y la maestra Hortensia Castro. Ellos daban clases en la casa donde vive Baudelio Trejo Nava, para los varones y en la casa de Bernardo Maldonado a las mujeres o niñas.
Para terminar, nuestra agradable conversación me dijo: En 1913, Miquihuana, Bustamante y Calabacillas, tenían red telefónica y la carretera (calzada) de las Pozas, se empezó a construir por mandato del Gral. Alberto Carrera Torres, con albañiles del Gavilán y Bustamante y eso es de lo que me acuerdo de los tiempos de la Revolución. Don Martín Correa Pérez, murió el 12 de Enero de 1997 a los 89 años de edad y dos meses cumplidos, en V. Bustamante, Tamaulipas, México y fue sepultado en el panteón municipal del mismo lugar.
6Datos recabados, por J. León Rodríguez Zúñiga, en junio de 1980.
SR. HILARIO RÍOS REYNA
(1898-1979)
La Muerte del Huitlacoche.- En un día cualquiera, pero en tiempos de la Revolución Mexicana, los campesinos de la villa salían a sembra sus parcelas, en busca de obtener el sustento para sus familias. El Sr. Hilario Ríos Reyna, quien le trabajaba a don Fructuoso Alemán al igual que otros jornaleros; se encontraban preparando la tierra en el potrero común conocido por todos como “La Virgen”. La platica que tenían como novedad, era el levantamiento en armas del profesor Alberto Carrera Torres, varios ciudadanos de Bustamante y la región, en contra de los ricos hacendados. Pero don Fructuoso Alemán, quién pertenecía a los ricos medianos de Bustamante, al escuchar la platica les dijo: “Ese profesor no hará nada contra el gobierno. ¡ Pues el gobierno,… tiene muchos soldados, armas y dinero para acabar con los revoltosos!. ¡Pronto los acabará!
Después de terminar sus palabras que habían salido emocionadas, desde lo más profundo de su pecho…. Se empezaron a escuchar unos cascos de varios caballos que pisoteaban con fuerza sobre la tierra polvorienta, que cabalgaban por fuera del lienzo del potrero, llamado común de “La Virgen”. Venían del rumbo del la cuesta del Cerro de San Isidro, con dirección Norte – Sur, entre un camino bronco y ya estaban llegando al carril del estanque viejo del común, iban para el Rancho de San Rafael y seguramente después para Tula, Tamaulipas. Era el Revolucionario Carrera Torres; al darse cuenta don Fructuoso Alemán, se dejó caer en el arroyo que tenia a unos cuantos metros de distancia, abandonó caballo y buena silla, para escaparse. No se supo mas de don Fructuoso, si no hasta pasados unos dos años.
Otro individuo que era guardia voluntario del gobierno municipal, fue reconocido por los revolucionarios, estos levantaron sus rifles o carabinas 30-30, le apuntaron,… jalaron el gatillo y fue hombre muerto, el apodo que tenía aquel desgraciado hombre, era conocido como: “El Huitlacoche”. Después de ultimarlo, siguieron a San Rafael y desde entonces está en ese lugar un montón de piedras que ha colocado la gente con el paso de los años y recuerdan los que saben. ¡Aquí mataron los revolucionarios de Carrera Torres al Huitlacoche!
Don Fructuoso Alemán, sería ahorcado un tiempo después en compañía de su hijo Jorge, colgándolos de uno de los morillos de su propio rancho, mejor dicho, en la troje de San Rafael de Álamo, municipio de Bustamante. Tamaulipas.
DON PEDRO TREJO HERNANDEZ.
(1900- 1990)
Don Pedro Trejo Hernández, nació en Villa Mineral de Bustamante, Tamaulipas, un 29 de Junio de 1900 y se fue a la Revolución con las fuerzas del profesor Alberto Carrera Torres, quien se levantó en armas apoyando el “Plan de San Luis, Potosí”. Don Pedro, le comentaba a sus hijos que se dio de alta con su coronel Tiburcio Sustaita, cuando tenía 11 años de vida y militaban bajo las órdenes de su general Carrera Torres. Una vez metido en la Revolución, tenía que pelear contra el enemigo y cierta ocasión que el jefe preguntó a la tropa, si había un soldado que supiera leer y escribir,… nadie contestó, entonces él se armó de valor y le dijo a su jefe: Yo se leer y escribir muy poco. En ese momento le pasaron un documento para que le diera lectura y como pudo empezó a deletrear el escrito, siendo aprobado por su jefe inmediato y desde ese momento lo tomaron para hacer escritos de guerra.
Su jefe militar había tomado preso a un enemigo de la revolución, que el Gral. Villa lo quería vivo y tenían que llevárselo a donde lo pedía, a una estación de ferrocarril retirada de donde se encontraban, pero con medidas de seguridad muy efectivas y concretas, claro que con contraseñas especiales y fue comisionado para ese delicado encargo el joven soldado Pedro Trejo Hernández. Las indicaciones que recibió de su jefe fueron las siguientes: “Usted llevará al reo hasta la estación señalada, claro que usted no conoce a mi general Villa, pero por las señas que usted llevará, lo reconocerá mi general, Ya le mandé un telegrama a mi general. En su hombro llevará un sarape y en el sarape una flor roja, no se valla a mover de la estación cuando llegue, pues mi general Villa le llamará por su nombre y le preguntará por el reo. Aseguraba Don Pedro en sus charlas a sus hijos, efectivamente, después de un rato que llegué a la estación indicada, me llamó una persona y me preguntó por el reo, claro que por el nombre, le respondí que ahí lo tenía, se lo entregué y con una sonrisa me dijo: muy bien muchachito, regrese con su jefe, déle las gracias y mis saludos”. ¡Fue así como conocí a mi general Villa!
7Testimonio que le contaba Don Hilario a su hijo Inés Ríos Reyna y rescatado por el cronista el 5 de Enero del 2010.
Después de haber andado en las balas y apaciguada la Revolución, don Pedro Trejo Hernández, regresó a su pueblo y se convirtió en un exrevolucionario excitoso, pues no se metió con nadie, ni alardeaba de haber andado en la lucha armada, simplemente se dedicó a trabajar, fue dos veces presidente municipal, suplente del diputado Urbina, por el Cuarto Distrito Electoral, con cabecera en Jaumave, Tam., funcionario del estado en el municipio, representante de los veteranos de la revolución, un próspero comerciante y ganadero. Después de ver crecidos a sus hijos y quedar viudo, volvió a casarse y con el silencio que lo caracterizó siempre, se trasladó a la capital (ciudad Victoria) del estado para que su hija menor Palmira, recibiera la educación necesaria, murió el 31 de enero de 1990, en ciudad Victoria, Tamaulipas a la edad de 89 años, en un panteón de esta ciudad capital, descansan sus restos.
Antes de morir, tuve la oportunidad de dialogar con don Pedro Trejo Hernández y me comentó lo siguiente:
Bustamante, tenía muchas cosas. Estaba un rancho de vino frente al campo del tanque viejo , los dueños eran: Don Diego Reyna, Isabel Alvarado y Ricardo Barrón. También había mercado, carnicería, peluquería y tendajos con techo de palmito. La casa circular era donde vivía Don Florencio Rodríguez, en la casa donde vive Juan Hernández, había una panadería, en la casa de Liborio Reyna, había una talabartería.
Fueron Veteranos de la Revolución: Juan N. Ruiz, Leonides Pérez, profesor Tiburcio Sustaita, Bernabé Rodríguez Gatica, Juan Rodríguez Gatica, Mauricio López Rivas, Marcelo Trejo C, Rafael Pérez Trejo (capitán), Othon Castillo Álvarez, Othon Castillo Badillo, Malaquías Castillo Badillo, Wlfrano Torres, Cipriano Torres, Ponciano Compeán, Donato Tejada (llego a mayor), Donato Rivas (registro publico en S. L. P),
Del municipio: Juan Mendoza (de San Antonio), Servando Gómez (del Caracol), Dionisio Reyna (caracol), Resalió Reyna (caracol), Enrique Báez (Bustamante), Juan Báez (grado teniente), Pedro Nava Hernández, Inés Nava, Emilio Hernández (grado subteniente y secretaría de guerra).
Los militares grandes fueron: Prof. Y Gral. Alberto Carrera Torres, Prof. Tomás Martínez Catache, Gral. Pedro López Morales, Antonio López Morales, Ernesto Reyna Nava. En ese entonces, el lugar que se llama Altamira correspondía a Bustamante; siendo presidente municipal Leovigildo Trejo lo reclamó, de igual forma lo hice yo como presidente municipal en 1937, Juan Ávila también lo reclamó en 1949-1951 y lo dejo perder Prudencio Quintero. (Durante el gobierno de Eustaquio Pardo).
Bustamante, tenía muchas cosas importantes: Una plaza de toros, que estaba ahí por los solares de José Medina y Valente Pérez. Para 1925 ya había culto. (Religión evangélica). En la casa que es de León Rodríguez iban a hacer la iglesia, ahí reunieron bastante caliche para hacerla los Tejada; todos ellos no se habían bautizado por la iglesia católica. También teníamos teléfono, estaba en la presidencia y el encargado era Hermenegildo de León. Una ocasión trajeron a un reo que amarraron de una pie con una cadena y lo sujetaron de un palo y andaba vuelta y vuelta y ahí hacia sus necesidades. En 1920, los señores José Dolores Alvares, Martin Alvares, Rómulo Báez y Severiano Díaz, tomaron la presidencia municipal de Bustamante. Después de la revolución se cantaban algunos corridos chistosos, como el de Leonides Pérez que decía: Andaba Leonides Pérez / Que por el viento volaba / Y el pobre de Manuel Vázquez / Que ni saliva alcanzaba. Salió doña Pantaleóna / Con su rebozo de bola / Si hayan a Bardomiano / Le echan aire con la cola. Bardomiano era un bandido y doña Pantaleona vivía en las Albercas.
Con estos versos terminamos la acogedora plática y no logramos encontrarnos en otra ocasión, pues poco tiempo después me informaron, que don Pedro había muerto el 31 de Enero de 1990 y fue sepultado con honores militares en un panteón privado de ciudad Victoria, Tamaulipas. De ésta manera, he contribuido con mis trabajos históricos, que sucedieron en mi municipio, Mineral de Bustamante, Tamaulipas, México.
8Testimonio del Sr. Jacinto Trejo Hernández (Hijo), 19 de mayo de 2010.
J. León Rodríguez Zúñiga
Cronista Municipal de Mineral de Bustamante, Tam.
Puebla, Puebla a 23 de Julio del 2010.
FUENTES:
Testimonios directos con los protagonistas e hijos de algunos de ellos.
Entrevistas de personas que durante su niñez, vivieron el movimiento Revolucionario en el municipio de Bustamante, Tamaulipas.
Oficina del Registro Civil, de Bustamante, Tamaulipas.
Archivo Histórico Municipal
Archivo Histórico del Estado de Tamaulipas.
9Entrevista con Don Pedro Trejo Hernández el mes de Julio de 1997, en ciudad Victoria, Tam.
RESUMEN
Estimados cronistas nacionales, en el marco del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicanas. El día de hoy, me siento comprometido con la crónica de nuestra patria y sobre todo con las mujeres y hombres de Mineral de Bustamante, Tamaulipas, México.
Entiendo por debilidades, la falta de vigor, el desánimo, la carencia de energía de mis coterráneos para luchar contra los hacendados y las autoridades del Porfiriato a principios de 1900, para quitarse la tiranía. Al ser explotados con sueldos miserables que no resolvían lo esencial del ciudadano mexicano y que cada día lo hacían más pobre y dependiente de los poderosos.
Por fortaleza, la fuerza necesaria que requerían los nuestros para luchar por un destino mejor a favor de sus hijos, el valor que no los doblegara en ningún momento, en la búsqueda de motivos suficientes para luchar sin tregua alguna contra el acoso constante en las grandes casonas o jacales, dónde vivían su desgracia de ser pobres y sobre todo, el momento de unirse los explotados y rancheros, para luchar hasta vencer o morir, sin huir de su responsabilidad de ser libres, como así lo hicieron, encabezados por distintos hombres y mujeres de bien al iniciar la Revolución Mexicana de 1910, siguiendo los pasos del “Apóstol de la Democracia” Francisco Y. Madero.
En ésta ocasión, daré a conocer una parte de las entrevista que realicé a varios soldados que fueron, “veteranos de la revolución e hijos de algunos de ellos”, pero que por diversas circunstancias jamás los tomaron en cuenta las autoridades, para ofrecerles una pensión decorosa y en su mayoría murieron pobres, platicando las historias de sus generales, jefes de armas con los que se dieron de alta, los combates que tuvieron, las hazañas victoriosas contra sus enemigos y también las derrotas sufridas, bueno hasta las traiciones de los mismos revolucionarios.
Estas charlas, las hacían en los tendajones, la plaza del pueblo, las esquinas, disfrutando un refresco con pan o galletas, ofrecido por el dueño de la tienda (raras veces) y porqué no decirlo; la buena voluntad de uno de los receptores de las historias.
Don Vicente Jerónimo Hernández, quien nació el año de 1897 en la Hacienda conocida como Joya de Palos Blancos, propiedad de los españoles de apellido Castaños; comentaba lo siguiente.
“Para 1910, yo tenía 13 años y ya me daba cuenta de las injusticias de los capataces y administradores, la gente trabajaba mucho en los ranchos y haciendas; tallando ixtle, cuidando el ganado, como las vacas, sacando tierra de los estanques, bueno todo el trabajo de una casa grande, pero ya se escuchaban voces de la peonada que decía,… mucha gente está inconforme con los patrones y un profesor lucha por los derechos de los pobres”…,..
Otro revolucionario, don Ignacio Martínez Castillo, siempre le platicaba a su hijo Julián Martínez Bernal, “Mire hijo, la revolución es muy dura, los federales se llevan a los hombres y mujeres de leva, los mal preparan y les dan las armas para defender al gobierno, quedándose muchos huérfanos; a nosotros nos llevaron de un punto llamado los Jacales hasta Monterrey, ahí combatimos, pero nos escapamos y regresamos escondiéndonos entre los cerros y en un lugar llamado San Antonio Piedra Nevada nos unimos al profesor Alberto Carrera Torres y acudimos con él a tomar la ciudad de Tula el 21 de Mayo de 1911, muriendo en la refriega Servando Martínez, después de la primera parte de la Revolución, me retiré a cuidar a mi familia en los escondites de las sierras del pueblo”…..
El reconocido veterano de la Revolución, don Román Bernal Covarrubias, daba testimonio verdadero de los soldados que se habían lanzado a la lucha armada con su general Carrera Torres en el municipio de Bustamante, … Y era un verdadero placer escuchar a Don Toribio Tejada Ruiz, platicando en la tienda del primo Guillermo Rodríguez Ríos, todas las tardes, sobre los acontecimientos revolucionarios en la villa de Bustamante, donde los federales se dieron un agarre con los carreristas desde el panteón municipal hasta una cerca de piedra del solar de don Miguel Salas y que por supuesto los federales salieron corriendo rumbo a la Joya de los Herrera al ver la superioridad de los carrerista.
Mientras don Martín Correa Pérez, quien nació el 12 de noviembre de 1897 y murió el mes de Enero de 1987 a la edad de 90 años, hombre de estatura mediana, pero con una inteligencia muy clara y si era necesario entablaba un dialogo en inglés o con lenguaje fino, pues había estado unos años en Estados Unidos de Norte América y regresó a Bustamante para quedarse.
Pero que alegría caminar a caballo por los carriles de los potreros o por el camino de afuera de Bustamante a San Rafael, donde podíamos encontrarnos con un señor de ojos muy vivarachos, de voz suave entrado en años, pero que todavía montaba un burro manso, su nombre, Hilario Ríos Reyna, ejidatario, con la parcela muy cerca del estanque de don Victoriano Ríos su padre y quien fue testigo de los albores revolucionarios. Pues ya tenía 12 años cuando se inició el movimiento armado, siendo testigo de una ejecución cuando se encontraba trabajando la tierra del predio conocido como “La Virgen”, acompañando al señor Fructuoso Alemán, quien les estaba diciendo: “Se comenta mucho del levantamiento en armas del profesorcito Alberto Carrera Torres, pero: ¿cuándo puede contra el gobierno, el gobierno tiene muchos soldados, armas y dinero para acabar con los revoltosos, pronto los matarán?”.
Apenas había terminado las palabras, cuando se empezaron a escuchar unos cascos de varios caballos, se dio cuenta que era el contingente de Carrera Torres y que se deja caer en el arroyo más cercano y no supimos más de don Fructuoso, … otro individuo que era guardia voluntario de la presidencia municipal, conocido como el “huitlacoche”, fue reconocido por los soldados carreristas, estos levantaron las carabinas 30-30, le apuntaron, jalaron el gatillo y el huitlacoche fue hombre muerto, los soldaron continuaron su camino rumbo a San Rafael y después a ciudad Tula.
Para terminar el presente resumen, considero importante dar a conocer la valentía de Don Pedro Trejo Hernández. Quien conoció al Gral. Villa y comentaba emocionado: Mi jefe militar había tomado preso a un enemigo de la Revolución que el general Francisco Villa, lo quería vivo y tenían que llevárselo a donde lo pedía, a una estación de ferrocarril retirada del punto en que se encontraban, pero con medidas de seguridad muy efectivas y concretas, claro que con las contraseñas especiales y fue comisionado para ese delicado encargo el joven soldado Pedro Trejo Hernández. Las indicaciones que recibió de su jefe fueron las siguientes: “Usted llevará al reo hasta la estación señalada, claro que usted no conoce a mi general Villa, pero por las señas que usted llevará, lo reconocerá mi general, ya le mandé un telegrama a mi general para que lo identifique. En su hombro llevará un sarape y en el sarape una flor roja, no se valla a mover de la estación cuando llegue, pues mi general Villa le llamará por su nombre y le preguntará por el reo. Aseguraba don Pedro en las charlas con sus hijos, efectivamente, después de un rato que llegué a la estación indicada, me llamó una persona y me preguntó por el reo, me llamó por mi nombre, le respondí que ahí lo tenía, se lo entregué y con una sonrisa me dijo: Muy bien muchachito, regrese con su jefe, déle las gracias y mis saludes”. ¡Fue así como conocí a mi general Villa!......,…
Don Pedro Trejo Hernández, después de la revolución, se dedicó a trabajar calladamente en Bustamante, dónde fue comerciante, ganadero y político con suerte, funcionario municipal y estatal, contrajo segundas nupcias y después de 1973, salió a establecerse en la capital del estado, ciudad Victoria, para estar al cuidado de su hija Palmira, quien ahora se desempeña en una carrera educativa.
De ésta manera, doy cuenta ante ustedes de algunos veteranos de la Revolución he hijos de los mismos, que nos dieron libertad y justicia social durante la Revolución Mexicana de 1910, hasta nuestros días.