Caminar por las diferentes calles de la Villa de Mineral de Bustamante, Tamaulipas, nos trae hermosos recuerdos de sus habitantes de antaño. Cuando era un niño inquieto habido de conocer todas las calles de Bustamante en tiempos de búsqueda del conocimiento de sus habitantes, otros compañeros y un servidor, nos fuimos dando cuenta del lugar donde vivían algunos personajes que para nosotros era toda una hazaña saber dónde habitaban.
Fue así como me di cuenta, dónde tenía su casa el señor Adelaida Barrón Llamas, un hombre de vestido muy particular, que le gustaba caminar por caminos, veredas, carriles, montañas y se hacía llegar hasta los estanques del pueblo, Constancio, de San Rafael y algunas ocasiones el conocido como Mesa de los altos, en terrenos ejidales del Gavilán, siempre con una reata en el hombro derecho y listo para echar el laso al animal que así lo necesitara. Don Adelaida, llegó a ser presidente municipal en tiempos enque nadamás se necesitaba que dijeran los elegidos que sí querían serlo.
Sus hijos: Odón, Juanita y Matilde, muy dedicados al trabajo del campo y del hogar. Tuve la oportunidad de ir a sembrarles en los potreros de la costilla, doña Ramona y la milpa vieja, todo era un completo trajinar, desde la semilla, uncir la yunta y echar mata.
La vida nos da sorpresas inesperadas y mi amigo Matilde Barrón Bustos y mi sobrina Paula Hernández Rodríguez, sufrieron la pérdida de su hija en circunstancias adversas y la sepultaron en el panteón municipal de la villa el pasado 18 de los corrientes. Con toda la humildad del mundo me uno a su dolor y espero que muy pronto encuentren la resignación a la decisión que solo Dios sabe el porqué de las cosas. Para toda la familia, mis condolencias.
En el mismo sentido, puedo decir que durante toda la infancia vivida en Bustamante y en el diario caminar hacia los potreros, siempre pasé por una barda que llamaba mucho la atención y en el interior de ése solar bordeado con piedra y caliche, se dejaba ver una curiosa casa redonda, techada con soyate o tal vez remendada con vara de sotol zumbador, pero creo que tenía soyate puro.
Bueno en esa casa bonita, vivía Don fructuoso Rodríguez Torres y su esposa Doña Inocencia Ríos Contreras, este matrimonio ejemplar, digo ejemplar porque fueron personas que se dedicaron a trabajar y sostener a su familia numerosa integrada por: Teodomira, Beneranda, Ma. De Jesús, Aquilina, Francisco, J. Santos, Jacinto, Luís y María del Socorro Rodríguez Ríos.
Don Fructuoso y Doña Inocencia, siempre buscaron el bienestar de sus hijos, de la mejor manera los fueron educando y predicaban con el ejemplo, pues le inculcaron ser buenos ciudadanos, ellos vivieron para cuidarlos y verlos crecer en todos los aspecto, de tal manera que puedo decir con conocimiento de causa que formaron una familia de triunfadores, con virtudes, aciertos y defectos, pero al fin seres humanos llenos de amor trasmitido por sus padres, quienes al igual que muchos padres de nosotros; era más fácil dar todo para sus hijos aunque se quedaran sin comer, me refiero a ser dedicados de una pieza a sus hijos.
Don Fructuoso, hacen unos años que se adelantó en el camino a su esposa, pero el 17 de los corrientes por la tarde, Doña Inocencia Ríos Contreras inició el viaje celestial, para reunirse con su esposo, en una tarde tranquila, sí, pues su partida espiritual la inició en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas. De la misma manera, realizó el viaje de retorno al pueblo donde descansan los restos humanos de su esposo don Fructuoso, ahí en el "panteón municipal" de Bustamante, donde fue sepultada ayer 19 de Junio, junto al lecho del hombre que compartió con ella toda una vida, después de hacer un viaje terrestre desde la tres veces heroica matamoros.
Al respecto, puedo acotar una vivencia histórica: Si Don Eugenio Loperena después de morir en la batalla de Las Antonias, el 18 de noviembre de 1876, tuvo que viajar hasta Matamoros para que lo sepultaran en el panteón municipal, donde quedó con su esposa Lucinda Hechazarreta. Porqué no habría de viajar Doña Inocencia Ríos Contreras, gracias a sus hijos para reunirse con su esposo Don Fructuoso Rodríguez Torres, en el panteón municipal de Villa Mineral de Bustamante, precisamente el 18 de junio del 2009. Coincidencia, realidad o destino, pero así fue.
Solamente me resta decirle a toda la familia Rodríguez Ríos, que la fortaleza los unifique en su dolor, que los mejores recuerdos de sus padres siempre los acompañen, que todo el esfuerzo que hicieron para que sus padres, vuelvan a estar juntos otra vez y para la eternidad, les redituará en grandes bendiciones.
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