Hacen unos días, (primero de mayo) mientras me dirigía a la ciudad de Madero, Tamaulipas, México, donde expuse en la Sala de Cabildos, de esa urbe petrolera datos históricos importantes de nuestro municipio bustamantense, recibí una llamada de mi amigo Lic. Martín González Tejada, en la cual me comunicaba la irreparable pérdida de su querida y apreciable madrecita, en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas.
Una vez cumplido con mi cometido, regresé a ciudad Victoria, Tamaulipas, México y por la noche, tomé una de las corridas directo a Reynosa, pues una de las funerarias de la localidad albergaba a doña Ma. Inés Tejada Nava, acaecida el día primero de mayo y que se le daría cristiana sepultura el día dos del año en curso a las 11:00 horas A. M.
Una vez en el lugar, conversé lo suficiente con don Nemesio González Becerra, sus hijos y familiares. Vi la gran fortaleza de don Nemesio y todos sus hijos ante un momento que solo Dios, designa el día que nos corresponde a todos los seres humanos.
Mi compañero de escuela: Pablo, todo un personaje de infancia, pues siempre se ha distinguido por hacer los mejores trabajos enmarcados en la pulcritud y no lo digo yo, sus maestros así lo valoraron. Para la familia González Tejada y demás dolientes, les deseo de todo corazón una pronta recuperación y espero me disculpen por haber escrito lo siguiente, pero que lo hago con mucho respeto para todos ustedes.
ANTE LA TUMBA DE LA AMIGA DE MI MADRE
(Sra. Ma. Inés Tejada Nava)
Dejad que mi pluma suelte,
Los versos de amor por una madre,
Donde la vista fija de mi padre
Ninguna lágrima soltaba ante la muerte.
Después de ver con serenidad, cómo descendió;
El baúl de color gris ante el sepulcro,
Un leve sollozo broto desde su pecho
Y comprendió que marchó su compañera.
Rodeado estaba de sus hijos,
Los mismos que felicidad les dieron,
Cuando llegaron al hogar formado,
Por dos almas de campesina estirpe.
El cuadro era triste, no cabe duda,
Pero la rueda del destino por la vida,
Había llegado para una madre linda,
Que formó a sus hijos con humildad divina.
Siempre en sus labios la sonrisa fresca,
Recordando los instantes más hermosos,
Acariciando los rostros de los suyos
En muestra de amor maternal sincero.
Ahora su esposo, hijos, nietos y bisnietos,
Guardarán en su memoria fértil;
Los halagos, besos, palabras y sonrisas
De la esposa, madre, abuela de de oro y marfil.
Pues una madre sin importar la clase,
Rompe siempre con moldes viejos,
Para velar por sus grandes amores,
Que por supuesto son, sus padres, esposo he hijos.
Cuando se cumplen los acuerdos juveniles,
Al correr del tiempo interrumpido,
Juntos disfrutaron triunfos y derrotas
Que moldearon toda una vida sin reservas.
Muchas veces vemos marchar a un ser querido,
Ante copas, palabras indeseables y desacuerdos,
Pero la regla cambió en esta familia,
Donde la unidad campeó como por gracia.
Gracia celestial, pues estuvo ausente el vino,
Aunque lejos de la tierra nativa de otro siglo.
Todos los suyos la despidieron con rezos y cantos,
Más las palabras de un cronista amigo.
Dejad que mi pluma suelte…
Los versos para la amiga de mi madre,
Quien ahora su camino eterno emprende,
Hacia el infinito cielo donde Dios existe.
Donde las almas de los muertos, cantan de felicidad
Porque ahí; nadie conoce la dama que le llaman, ¡Muerte!
Cd. Reynosa, Tamaulipas, México a 2 de mayo de 2010.
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